sábado, noviembre 29, 2008

Haladhara Dasa: La Ciencia de los Bocetos II


Esta nota es escrita por Haladhara Dasa

LA CIENCIA DE LOS BOCETOS – II

Después de ver el DVD de la película MARNIE, entré a los SPECIAL FEATURES y encontré unas fotos y comentarios de la realización de la película. Había una en la que mostraba el set de la filmación, los actores en acción y el director –Alfred Hitchcock-. Éste último estaba sentado en un sillón en un rincón con la clásica posición del mortalmente aburrido, repantigado, con la mano en la mejilla, las piernas entrelazadas, recostado de lado sobre uno de los brazos del sillón y con el labio inferior ligeramente más adelantado de lo que era anatómicamente usual en el director inglés. La razón del aburrimiento de Hitch era muy simple. Un momento, no, no eran la película o los actores la causa. Sencillamente, el método que el director tenía –de dibujar los bocetos de las tomas de sus películas en un cuadernillo-, había capturado tantos detalles de la misma que el asunto de filmarla ya no conllevaba ningún aspecto creativo del momento, ninguna improvisación. Todo había sido planeado meticulosamente. Eso, por otra parte, no significó que la película fuera aburrida; por el contrario, es una magnífica muestra del séptimo arte.

Como compositor esto me llevó a la siguiente comparación. El acto mismo de escribir la música, dibujar las notas, los nombres de los instrumentos, etc. pueden estar antecedidos de un sinnúmero de bocetos con los detalles de la composición. ¿Puede llegarse a la misma situación del director inglés? ¿La de aburridamente tener que colocar las notas y los instrumentos porque ya se calculó todo de antemano?

A mí me pasa algo similar. Diseño mis bocetos de tal forma que al momento de escribir la partitura quede muy poco espacio para decisiones del momento. Es decir, todavía no llego a la precisa definición que lograría paralizar toda decisión creativa en el acto mismo de escribir la versión final. No me siento mal así. Es cosa personal, claro.

Últimamente realizo bocetos prescribiendo ciertas tendencias, muy definidas. Pero como las aplico en diferentes parámetros a veces me encuentro con tendencias en conflicto que piden una solución o la otra, no pueden coexistir. Entonces la decisión creativa del momento debe aparecer y optar por una. No cambio las tendencias, sólo las pongo en la balanza en el momento, comparo con lo que ha sucedido, sucederá, el propósito global de la pieza o la sección y decido.

Dicen que toda comparación es odiosa. No pretendía que mi comparación de la composición musical con el cinema lo fuera. Sólo era una proyección inocente, espero.

Si tomamos un punto de vista radicalmente diferente y, con la misma comparación anterior, la película ROMA de Federico Fellini nos ayudará. ¿Qué clase de bocetos usó el italiano para filmar su película? Ninguno, no había un guión ni siquiera. El cineasta congregó a su equipo de camarógrafos, sus vehículos y salieron a recorrer la ciudad de Roma. Así se filmó la película, confiando en las decisiones del momento, en lo que encontrarían, en las personas que protagonizarían –inesperadamente- esa cinta (hay un caso muy similar en otro cineasta que no recuerdo ni su nombre ni su película pero que ví siendo muy joven). En el terreno de la composición el paralelo es inmediatamente reconocible. Ok, es lunes, tengo mis lápices o mi mouse listo, empuñándolos y empiezo a componer. ¿Para qué instrumentos? No lo sé. ¿Tendrá 1, 2 movimientos la obra? No lo sé. ¿Cuál es el tempo? No lo sé. ¡¿Porqué tanta pregunta?! Simplemente escribo y escribo, hasta que –horror de la previsión excesiva- suene mi reloj alarma indicándome que debo pasar al segundo movimiento o a la segunda parte o tal vez concluir la pieza. ¿Es inimaginable este método? Probablemente tendríamos que repetirlo durante siete días y –debido a que la música por más perfecta que esté concebida y no necesite ningún cambio aún así toma su tiempo anotarla- tendríamos una obra musical de tiempo más o menos respetable. Pero vuelvo a preguntar ¿es inimaginable este método? Para responderlo voy ahora a la experiencia literaria. ¿Quién no ha visto la enorme cantidad de libros publicados por Stephen King? Yo nunca lo había leído si bien no dejaba de notar su omnipresencia en los estantes de las librerías. Tomé para hojear uno de sus libros, no los de horror –qué horror- sino uno que hablaba del oficio de escribir. "De eso sí que sabe nuestro amigo" pensé. En uno de los capítulos describía los métodos de trabajo de algunos de sus colegas y contaba de uno que se sentaba a escribir hasta que el reloj alarma sonara y punto final (probablemente el editor anote una última frase o algo así para redondear el final). Sacar papel y a la siguiente historia. King dice que sus libros no son muy buenos, no le echa la culpa al método, simplemente opina del resultado. Otro autor literario hacía sendas biografías de sus protagonistas antes de empezar a escribir sus novelas. Hanumat Preshaka Swami nos contó que un cineasta había escrito una biografía de 4 o 5 páginas para un actor que representaba a un guardia de un palacio o una institución y al que la cámara lo enfocaba una sola vez, lanzando una mirada de reojo en primer plano, para que estuviera cargada de toda la experiencia vital proporcionada por la "vida" de 4 o 5 páginas que el actor ya había interiorizado.

¿Qué hay de los bocetos de los pintores? Conocemos obras artísticas que, miradas bajo lentes especiales de laboratorio, revelan pinturas enteras por debajo. O retoques innumerables. Ni hablar de Jackson Pollock a quien seguramente un boceto le sonaría como tema tabú. Precipitándose dentro del lienzo, con zapatos, a pintar se ha dicho. Con sus cuadros colgados en el Guggenheim suponemos que bien puede burlarse de los bocetos como algo necesario.

Sin embargo yo opino que los bocetos no siempre deben ser visibles a los demás. La reflexión interna del artista se manifiesta a partir del impulso creativo y éste empieza a robustecerse en el interior hasta que el autor empuña su cámara, sus potes de pintura, sus lápices o su pedernal y rasca, frota, escribe, grita, manipula su software o lo que sea, para dar concreción física a su obra.

Mr.Bean (sí, el actor cómico inglés que no habla) usa el mismo método que Alfred Hitchcok, aunque no es él quien hace los bocetos. Su asistente se presenta en el set de filmación que muchas veces es la calle, el parque de diversiones o cualquier otro lugar externo, muestra los bocetos de las escenas, el equipo las discute, trata de llevar a cabo esas escenas y reajusta algunas cosas. Queda mucho espacio para decisiones creativas del momento y por supuesto muchas risas. En LOS PÁJAROS Hitch cronometró las apariciones de los pájaros, no sé si usó la serie de Fibonacci o qué pero las apariciones de esos animales estaban controladas por el factor tiempo.

Sin embargo hasta el más despreocupado por los bocetos se autosujeta a un tipo de control, el reloj alarma, su impulso creativo, su deseo de alcanzar el reconocimiento, etc. En esa perspectiva los bocetos no son otra cosa que un tipo de control elegido por el compositor.

Haladhara Dasa

COMPOSITOR

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