La Mentira en la Música

Mentir en Música puede resultar un negocio riesgoso ó un paseo de niños dependiendo de a quién se engañe y, como en cualquier otra cosa, de las habilidades sociales del mentiroso. Engañar al público puede ser muy fácil, sobre todo si se tiene una clara idea de qué es lo que el público está buscando. Mentirle a los propios músicos es casi imposible, porque en realidad la música no miente nunca, y los que estamos en el oficio podemos darnos cuenta de qué está sonando y por qué. Aun así, los mentirosos musicales abundan y prosperan en todo el mundo. Y los que nos ganamos la vida ese oficio sabemos donde están y quienes son, pero guardamos silencio.

Y creo que, en líneas generales, esta bien que lo hagamos. Aquellos mentirosos que no son populares entre el público son gente que trata de hacerse un espacio con los recursos que tiene. Quienes somos nosotros para juzgarlos? Ese papel le corresponde al público, que a la hora de la verdad es implacable. Y aquellos mentirosos que gozan del favor del público ya están generando un valor para la sociedad, y además trabajo para nosotros. Por qué habriamos de enfrentarnos con ellos?

Y sin embargo, después de los conciertos, entre amigos, hablamos de ellos. Si el caso es anecdótico, hacemos algunas bromas y listo. Pero si el caso es grave, si para nosotros se trata de un pequeño escándalo, entonces igual hacemos las bromas, pero nos quedamos con esa sensación de incomodidad, con aquella pregunta de si las cosas podrían ser diferentes, si quizás deberían ser diferentes. Después de todo, se supone que en la mayoría de los casos mentir no es bueno, cierto?

En esta nota voy a dar algunos alcances para que las personas que no tienen una formación musical puedan identificar a los mentirosos del sonido. No escribo esta nota para señalar ni dañar a nadie. La escribo con la creencia de que compartir esta información con el público podría mejorar la vida musical de nuestro país en el largo plazo. Y para animarnos a todos, público y músicos, a mejorar en lo que sea necesario.

Definiendo al mentiroso musical

En algo hay que ser muy claro. No se trata de poner la etiqueta de "mentiroso musical" a los artistas que no sean de nuestro agrado. Esto sería el equivalente de calificar nuestro gusto personal de "verdadero", lo cual no solamente es absurdo y carece de una base material, sino que además es el primer paso hacia aquel peligroso camino del desprecio por lo que es diferente de uno mismo, que nos aleja de cualquier conocimiento verificable.

El mentiroso musical es aquella persona que tiene en apariencia el oficio de cantante, pero no canta, o es director de orquesta pero no dirige, o es compositor pero no compone. Estos casos existen en todos los géneros musicales.

Son personas que invariablemente tienen dones de liderazgo y buen dominio escénico, necesarios para aparentar que se sabe lo que se está haciendo y poder convencer al público. Suelen ser además buenos conversadores y gente muy simpática. Algunos de ellos están muy conscientes de sus limitaciones, pero son muy osados. Otros creen en sus propias mentiras. Vamos a explorar tres escenarios puntuales, cómo se fabrica el engaño en cada caso y qué se puede hacer para descubrirlo.

El cantante que no canta (y el instrumentista que no toca)

Este es el caso más común de todos, y quizás el menos grave, sobre todo en la música popular. Después de todo, un cantante popular no solo está vendiendo su voz, sino sobre todo su imagen. Un modelo con el cual identificarse. Esto último es particularmente cierto en los grupos diseñados para el mercado adolescente.

El cantante o instrumentista mentiroso debe estar rodeado de músicos de muy buen nivel, que puedan por si mismos ejecutar una estructura musical sólida y atractiva, sobre la cual nuestro protagonista haga de las suyas. El escenario y las luces deben estar organizados en torno a él, de manera que parezca que él es la pieza central. En los momentos en que intervenga, nuestro cantante ó instrumentista hará todo tipo de mohines que den la impresión de que está expresando una gran pasión y esfuerzo, pero si cierras los ojos y te concentras en escucharlo no sentirás mucho de eso.

La trampa mortal para este mentiroso es el solo. Pero un verdadero solo, no uno donde esté acompañado por otros músicos, porque es posible diseñar un acompañamiento musical para que casi cualquier solo suene impresionante. En cambio, si él cantante ó instrumentista tiene que contruir él mismo toda la materia musical del solo la cosa es distinta.

Otras formas de descubrirlo es preguntarle en privado a los músicos que han tocado con él ó ella, o escuchar mucha música del genero en cuestión y oirle, con los ojos cerrados para concentrarse en la música, con mucha, mucha atención.

El compositor que no compone

En los tiempos de Johann Sebastian Bach ser compositor era como ser carpintero. Eras un artesano, y estabas feliz por poder vivir de tu oficio. Varios siglos y biografías de Beethoven después, ser compositor es un oficio medio glamoroso entre los círculos de la música clásica, y en alguna medida también en los de la música popular. El compositor que no compone se siente irremediablemente atraído por estos encantos.

Curiosamente, en la composición musical es donde menos necesidad habría de mentir, pues en realidad cualquiera puede ser un compositor. La composición es en líneas generales el arte de organizar sonidos, y esto es algo que se puede hacer de una manera mínimamente adecuada con mucha facilidad, sobre todo ahora que podemos ayudarnos de las computadoras para hacerlo.

Pero el compositor mentiroso no desea simplemente ser un compositor, quiere ser un gran compositor, y para esto es necesario una inversión un poco mayor.

Para ser un compositor mentiroso lo necesario es que otra(s) persona(s) haga el trabajo y que uno figure como el autor. La forma más obvia de conseguir esto es contratar a un compositor y entregarle un material mínimo sobre el cual aquel pueda trabajar. Es frecuente que dicho material sea una grabación de una voz medio cantada, en cuyo caso el compositor tiene que ordenar (muchas veces corregir) lo cantado y usar su ingenio y experiencia para poder fabricar una estructura músical atractiva alrededor del escueto material entregado. En muchos casos hay buenas ideas en la grabación sobre las cuales se puede trabajar. En otros casos hay que hacer malabares. A veces hay que trabajar con el mentiroso al costado, que señala su aprobación cada vez que algo le suena bien, y después está convencido de que tú has sido "el instrumento" gracias al cual se ha manifestado su genialidad.

En la música popular es posible hacer esto mismo sobre la marcha, sobre todo si cuentas con buenos músicos. Basta con entregarles una hoja donde figuren algunos acordes para la canción, y quizás algunas indicaciones sobre el género a tocar. Músicos con experiencia en la improvisación, como por ejemplo los músicos de jazz, pueden contruir una estructura de gran atractivo de esta manera, inclusive en algunos casos sin haber ensayado previamente.

Descubrir al compositor mentiroso sin conocer el proceso de creación de las composiciones es muy difícil. La única recomendación que se me ocurre es conversar con los músicos que hayan tomado parte de la grabación ó concierto.

El director que no dirige

En el área de la música clásica, este es uno de los oficios preferidos por los mentirosos. Para una persona con las cualidades del embustero musical puede resultar muy fácil pararse en frente de una orquesta y pretender que la está dirigiendo.

Esta facilidad se debe a qué hay muchas composiciones en las cuales no es indispensable un director de orquesta, así cómo hay otras que son tan famosas y tan tocadas que los músicos de la orquesta pueden coordinarse entre si sin necesidad de un director. Esto, por supuesto, no quiere decir que el rol de un director de orquesta sea secundario. Si bien las orquestas pueden tocar solas en algunos casos, y si bien el resultado puede ser medianamente aceptable, no se alcanza ni la mitad de los resultados que se consiguen con un buen director de orquesta a la cabeza. Si tomamos en consideración la suma de dinero que cuesta mantener una orquesta sinfónica y el hecho que dicha suma de dinero suele ser aportada por el estado, podemos tener una idea del daño económico que esto causa. A fin de cuentas, si todos estamos pagando por tener orquestas sinfónicas, lo hacemos para que se consigan los mejores resultados posibles, y no otros.

El director de orquesta mentiroso suele ser un gran bailarín. Es decir, se mueve con mucha gracia y puede ser un espectáculo verdaderamente agradable el observarlo. Se especializa en aquel repertorio en el cual no haya muchos cambios de tiempo que requieran coordinar a la orquesta, como por ejemplo la música del período barroco y clásico. Con demasiada frecuencia se sienten con las agallas de dirigir algo más difícil, aparentemente esto les reporta alguna satisfacción personal, pero los resultados son invariablemente desafortunados.

Afortunadamente es muy fácil descubrir a los directores embusteros. Cuando una orquesta tiene a un embustero en frente, los músicos no lo miran, pues sus movimientos los confundirían. Aquella orquesta en la cual los músicos tiene la vista fija en su atril todo el tiempo es una orquesta en piloto automático. Otra manera de descubrir al director mentiroso es observar cómo lleva el pulso y compararlo con lo que uno escucha. Los directores mentirosos siguen a la orquesta, en lugar de que la orquesta los sigua a ellos, lo cual ocasiona que su pulso siempre esté un poco detrás del pulso de la música. Esto es particularmente notable en los momentos en que el pulso cambia gradualmente.

Y si te reconoces a tí mismo en esta nota...

...hombre, por favor no te lo tomes a mal.

Yo no creo que la música sea una actividad reservada para algunas personas. Por el contrario. creo que cualquiera puede ser un gran músico, sólo es necesario aplicarse a ello y amar lo que uno hace. Las personas a las cuales me he referido en esta nota tienen claramente un gran amor por la música, pero seguramente por circustancias que no conocemos no han tenido la oportunidad de completar su formación para entregarnos productos reales por los cuales podamos aplaudirlos sinceramente. Pero son músicos, y como todos los músicos quieren lo mismo para nuestra sociedad, que la música crezca y se desarrolle en todos sus géneros, que nos inunde el pecho, que nos permita expresarnos como seres humanos. Para lograr esta utopía es necesario el aporte de todos, y mientras mayor calidad tenga dicho aporte el resultado será mejor. Nunca es tarde para perfeccionarse, y si existe una parte de la realidad que pudiera no gustarnos, siempre tendremos la oportunidad de cambiar lo que haya que cambiar. Después de todo, esa es la cualidad que compartimos todos como seres humanos.