domingo, diciembre 02, 2007

Leonardo Barbuy: El Primer Aliento


XIII Seminario Latinoamericano de Educación Musical FLADEM – Foro Latinoamericano de Educación Musical “Apertura e Integración en la Educación Musical Latinoamericana interculturalidad – Autonomía – Realidad”


el primer aliento

aproximación al nacimiento de una actitud pedagógica


leonardo barbuy, julio de 2007


no interesa el niño por ser niño, interesa el niño porque interesa el ser humano


toda metodología infantil debe partir de una didáctica general para el ser humano

pedagogía no es solo enseñar y aprender, como una preparación para vivir; es vivir


¿por qué no se habla de una pedagogía del anciano?

¿es que su vida no vale porque está cerca de la muerte?

curvemos la línea de la vida,

juntemos la muerte con el nacimiento y entonces tendremos nueva pedagogía:


la pedagogía de toda la vida


Julia Saló, Santiago Barbuy:

tierra agua aire fuego, Buenos Aires, ADCEA, 1976


<tengo que estar si ya tengo la edad que tengo, que si no lo entiendo, lo entenderé luego; aquí es donde me enseñarán lo que es necesario que reciba en esta etapa de mi vida, y que me servirá para poder continuar luego ascendiendo escalones, superándome a mí mismo, preparándome para el siguiente paso, el siguiente escalón, reto, competencia, aula, profesor, asignatura, calificación, logro, carrera, título, logro, adquisición, propiedad, logro, futuro



>>años después, de pronto, caminando, me detengo, veo el reloj y no veo el tiempo, alguien me saluda y, sin embargo, siento que está ahí siempre; camino, y aunque avanzo vuelvo a encontrarme, otra vez, en el mismo lugar: aquí; y sé que es desde aquí desde donde existe lo que existe, desde donde aprendo siempre, desde donde vivo


>>¿por qué no me di cuenta antes? pareciera que todo hubiera estado atropellándose, forzándose a ir a velocidades inimaginables e incontrolables, y que tenía que correr también a la misma velocidad, sin saber bien p a r a q u é ni p o r q u é. la relación conmigo mismo, la participación en relación con los demás, mi vínculo con el entorno no existían como tales; simplemente hacía lo que tenía que hacer porque era-eso-precisamente-lo-que-tenía-que-hacer. y frente a mis ojos las cosas eran tan fácilmente definibles, concebibles, entendibles, que no tenía por qué preocuparme en descubrir nada nuevo si otros lo habían hecho ya por mí. mi criterio, sentido común y moral radicaban en lo que me dijeron que debía ser o en la ley; la vida carecía de una intención mayor que la mera realización de lo preestablecido en ausencia mía, o la vacua ejecución de procedimientos, planes, proyectos, cronogramas, calendarios, que podrían, como no, ser de mi interés. ¿cuáles son mis habilidades? ¿cómo es que mejor puedo aportar al desarrollo de este proceso? ¿cómo puedo alertar a los demás? ¿cuál es mi propuesta? ¿cuál es mi función?>>


un nutrido ramo de dudas es lo más probable que llegue a manos de quien toma consciencia de lo mismo que quien habló los tres párrafos anteriores, y las respuestas están más cerca de lo que creen:

por principio, hay que conocer y comprender muy bien al ser humano, y no sólo desde la perspectiva racional, psicológica, evolutiva, histórica; sino, también, práctica, vivencial, cotidiana, social, adaptativa, mediática, cosmológica, virtual, etc. hay que empezar proyectar mucho más allá de la teoría, el entendimiento y la conceptuación al ser humano como individuo integral e integrado, y olvidarnos por completo de cualquier tipo de concepción aislante

la integralidad está conformada por todo lo existente, por cada una de estas palabras, por los ojos que las siguen, la respiración y los pensamientos, la posición de las manos y lo que cogieron horas atrás, por el material del que las cosas están hechas, la velocidad, la pregunta, la nube y su sombra, por el movimiento y por cada sensación, por la luz que pasa a través de mi ventana, el sol, mi ventana y todo lo que se encuentra cruzándola, como cada una de las estrellas que muy difícilmente logro ver, como toda mirada, toda piel

la integralidad no concibe límites entre las cosas, ideas, nociones, acciones; lo relaciona todo: para comprender y ser una hoja hay que comprender y ser la rama, y la rama ser el árbol, y el árbol la tierra y el aire; para comprender y ser humano, hay que ser todos los seres humanos, hay que ser todos los recursos, lo que construimos y dónde lo construimos, hay que ser el lago, los nevados y todos los mares, las mesetas, el cielo, la atmósfera entera, el mundo, todos los mundos

para comprender y ser humano hay que comprender y ser el universo

esta es mi función básica, esencial, primaria: entenderme más allá de como individuo, hacerlo en relación conmigo mismo, claro, pero también, y con igual grado de importancia, en relación con los demás, y en relación con el entorno


teniendo clara y viva esta primera función, quien se siente en la necesitad de alertar al mundo sobre la gran falta de integralidad y dedicar su vida y trabajo a ello —que desde este punto lo consideraremos y llamaremos pedagogo (empleo el término más allá de su etimología)— se topa con la interrogante de cómo lograrlo, cómo descubrir lo que de por sí es y está en todo, cómo hacer para que todos puedan percibirlo así, serlo, difundirlo

toda pregunta lleva consigo la respuesta y, por ende, la forma de llegar a ella

si alguien no es capaz de percibir el intenso y creciente proceso de desintegración en el que se encuentra envuelto, si no es capaz de percibir la relación que existe entre cada aspecto, por más próximo o lejano que se encuentre, o la relevancia de cada uno de sus actos; si no es capaz de percibir es justamente porque aquella capacidad está limitada, desintegrada

limitar la percepción, sea a los sentidos, al lenguaje hablado y escrito, o hacerlo de alguna manera, por más sutil que parezca, es limitar la capacidad más elemental y significativa de todo individuo, es cerrar por completo las puertas del asombro, la imaginación, el aprendizaje, el juicio, la decisión, la participación oportuna, la identificación; es circunscribir, trabar, excluirlo de la integralidad; es adormecerlo, incapacitarlo, debilitarlo, hacerlo dependiente, rígido, inseguro, muchas veces hasta el día de su muerte

frente a esta problemática, esta incapacidad, se presentan una alternativa, un momento, una opción para actuar:

toda la vida

la habilitación de la capacidad perceptiva es el objetivo primordial de todo pedagogo, es el primer paso en la comprensión de aquel <> que tanto busca encontrar; del entendimiento de este proceso es de donde empiezan a ramificarse los aspectos que harán que esta habilitación se dé verdaderamente

ya que en este escrito el pedagogo es considerado como alguien que vive la integralidad y decide dedicar su vida a facultarla, descubrirla y fomentarla, al momento de dedicarse al proceso del cómo hacerlo, de la habilitación de la capacidad perceptiva, ha de aplicar aquella noción de integralidad que es capaz de vivir enteramente por él mismo; es decir, que es el pedagogo quien indefectiblemente descubre la función de vivir integralmente y lo hace, siendo éste un requisito fundamental para llevar a cabo tan importante labor

esta opción de habilitar, descubrir y fomentar durante toda la vida la integralidad a través de la expansión de la percepción privilegia una etapa: la niñez


en la niñez se da

promoviendo la importancia de la diversidad a través del contacto directo y global1 —de manera progresiva, gradual— en distintas vertientes, como el sonido, el movimiento, el volumen, la superficie, etc. tomadas interdisciplinariamente

fomentando el asombro constante, el interés por descubrir, investigar, conocer. manifestando en cada circunstancia, vivencia, por más insignificante que parezca, siempre algo increíble, fantástico, irreversible, nuevo y asombroso

ponderando la creatividad en cada actividad, juego, dinámica realizada individual o grupalmente; la creatividad es la primera puerta de la inteligencia en todas sus dimensiones, es algo que debemos aprender a tener presente a lo largo de toda la vida tanto como la respiración o la alimentación

cada parte del proceso, cada aspecto debe darse integralmente, interdisciplinariamente, manteniendo siempre presente atención a que la relación del niño consigo mismo, con los demás y con el entorno no sea desequilibrada, devaluando alguno de los tres aspectos en favor de otro


la integralidad, vivida enteramente por el pedagogo, le permite discernir entre aspectos que la impulsen y otros que la limiten; entre métodos aislantes e inconexos con la realidad cultural, regional, tradicional, etc. en la que se encuentra, y otros que si consideran la relevancia fundamental de la inclusión oportuna de estos aspectos e información; capaz de discernir entre educación voluntaria e involuntaria

este último aspecto debe ser apreciado particularmente por el pedagogo, ya que excede su participación directa en el proceso educativo del niño. los proceso educativos involuntarios son todos aquellos que educan careciendo de intención educativa:

desde los padres, muchas veces actuando y tratando aspectos “adultos” en presencia de los niños, ejercen valor educativo ejemplar involuntario

los círculos socio-económicos, que normalmente se presentan de manera excluyente, educan al niño a sentirse diferenciado en la sociedad, creándose barreras comunicativas, resentimientos, desasociando a los miembros de una región, implantando para un presente aún no vivido metas absurdas de reubicación socio-económica, etc.

los medios de comunicación y la sociedad moderna, en su comportamiento globalizante, educan al niño, indirectamente, a desentenderse de la identificación consigo mismo y con su cultura de origen; empieza a híper-valorarse una cultura virtual mundial avasalladora y unificadora, que degrada al punto del valor meramente comercial o turístico las características más resaltantes de la tradición e historia de una región en particular, de lo que se está convirtiendo tristemente en los rezagos de culturas diversas. ésta termina siendo un arma poderosísima en contra de la consideración de la diversidad como noción imprescindible para la coexistencia de los seres humanos y la naturaleza en el mundo


el pedagogo tiene el deber de comunicarse, trabajar y aprender con los grupos de padres de los distintos conjuntos de niños con los que esté realizando la labor educativa voluntaria:

hacer despertar en ellos las concepciones sobre las que sus hijos trabajan de integralidad, habilitación de la capacidad perceptiva, promoción de la diversidad, fomento del asombro constante, ponderación de la creatividad, etc. como también llevar a cabo charlas respecto de temas de actualidad, propuestas, actividades diversas, juegos, proyectos, o cualquier temática que esté relacionada con los niños. y los padres, a su vez, deben ser quienes trabajen y se comuniquen con el resto de padres y miembros de los distintos círculos sociales: familiar, amical, laboral, etc.

discutir en conjunto con los padres todo lo relacionado a la diferencia entre imposición y proposición y lo que esto implica en la actitud del individuo a la hora de relacionarse con los demás y con su entorno

argüir sobre la función que deben de cumplir los padres en las diversas etapas del desarrollo de sus hijos

se comprende ya la dificultad de restituir el proceso de la enseñanza directa. el verdadero maestro es el que enseña a aprender, y el verdadero padre es el que enseña a no ser imprescindible2

así también el pedagogo ha de reunirse junto con otros pedagogos a comentar sus experiencias y nutrirse de las de sus colegas, compartir bibliografía, noticias de actualidad, discutir nuevas propuestas pedagógicas, psicológicas, filosóficas, realizar actividades, seminarios, encuentros, publicaciones, etc. conformando un grupo activo dentro de la sociedad

el pedagogo y sus interrogantes, intenciones, acciones son capaces de determinar rumbos, encausar procesos y actitudes, propiciar una mirada atenta, viva, alerta y positiva frente al suceder en el mundo, mucho más de lo que creemos que pudiera ser

todos hacemos lo que nos han enseñado y a la vez lo que sentimos que debemos hacer3


<

>>pasa, delante de mí —y es tal vez esto lo primero que distingo con atención desde hace, por lo menos, treinta minutos— un microbús grande, capaz de albergar y llevar a sus destinos parciales a más de cuarenta personas, subo a él, ya no hay asientos disponibles, así que debo ir parado. no tengo destino claro, sin embargo voy avanzando junto a estas más de cuarenta personas y de alguna manera acompañándolas

>>veo los rostros, las direcciones de cada mirada, y cómo éstas se pierden en las casas, edificios, calles, transeúntes, tiendas, boticas que van turnando su protagonismo y desapareciendo al mismo tiempo mientras avanzamos todos; no obstante, estamos aquí, compartiendo una misma caparazón. algunos bajan, otros suben, hay sitios libres, continúo parado, y aunque a simple vista nuestras intenciones no se crucen, mi vida ya es suya>>

bibliografía

BARBUY, Santiago / SALÓ, Julia: tierra agua aire fuego para un taller inicial. Buenos Aires, ADCEA, 1976

BARBUY, Santiago: Grupos de convivencia. No publicado.

HEMSY DE GAINZA, Violeta:
Fundamentos, materiales y técnicas de educación musical. Buenos Aires, RICORDI, 1995

HEMSY DE GAINZA, Violeta:
Pedagogía musical. Dos décadas de pensamiento y acción educativa. Lumen, Buenos Aires, 2002.

FRIDMAN, Ruth: Los comienzos de la conducta musical. Buenos Aires, PAIDOS, 1974

GRAETZER, G. / YEPES, A.: Música para niños, de Carl Orff. Buenos Aires, RICORDI, 1983

INVESTIGACIÓN EN INTERNET: Páginas diversas (por la cantidad e intensidad de la búsqueda, me fue imposible conservar las direcciones)


notas:


1 Violeta Hemsy de Gainza: fundamentos, materiales y técnicas de la educación musical. Buenos Aires, Ricordi, 1995.

2 Julia Saló, Santiago Barbuy: tierra agua aire fuego, Buenos Aires, ADCEA, 1976

3 Maria Lucia Rouillon: en una conversación sobre el tema



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